Son parientes de los canguros y su existencia es fundamental para el equilibrio ecológico
“Tlacuache proviene del náhuatl tlacuatzin, que significa “el pequeño que come fuego”, según leyendas mesoamericanas, este pequeño fue quien le llevo el fuego a los hombres cuando era exclusivo de los dioses.
En sus manos un pequeño marsupial huérfano se mueve desconcertado, estaba plácidamente dormido y lo sacaron de su pequeña camita para mostrárnoslo, está tan chiquito que casi entra en una mano. No me quedé con las ganas de acariciar su pancita, en ella se vislumbran los futuros pliegues que le darán forma a su «bolsita» cuando crezca.
A Clau le gusta usar brassier deportivo porque cuando el pequeño tiene frío lo coloca dentro y le da calorcito, ya que de pequeños son incapaces de regular su temperatura corporal, Claudia verdaderamente le hace honor a su “nombre artístico”: Mamá Tlacuache.
Claudia Rodriguez es una ambientalista que lleva 10 años aproximadamente trabajando con la especie, esta historia de maternidad inició con Teófilo, un tlacuache que levantó en un estacionamiento -se veía enfermo y aparentemente no tenía pelo ni piel, pensé que tal vez estaba quemado pero realmente era solo un animal viejo-.
¡Guacala, que asco! ¡Tíralo, te va a dar rabia! ¡¡Mátalo!!, fueron algunos de los comentarios que Claudia recibió al subir una foto de Teófilo a Redes Sociales hace 10 años, ella no tenía idea de qué especie era, solo sentía el deseo y tal vez necesidad, de ayudarlo, por fin alguien comentó -Tranquila, es un tlacuache-.
¿Tla qué? Teófilo es el primogénito que le vino a mostrar a Clau toda la ignorancia que existe alrededor de su especie, y de la cual ella misma formaba parte, si bien, ahora se tiene mayor información sobre ellos (en gran parte gracias a la labor de personas como ella) aún son objeto de repudio social.
El «canguro» mexicano
Marsupio, del latín marsupium ‘saco’, ‘bolsa’, hace referencia a los marsupiales, mamíferos cuyas hembras cuentan con una especie de bolsita (marsupio) en su vientre; durante la etapa fetal las crías son expulsadas del útero para continuar su proceso de formación conectados a las glándulas mamarias dentro del marsupio, la cual está recubierta de pelo suave y fino.
Lejos de las «creencias de la gente» estos animalitos ¡no transmiten rabia! no son parientes de las ratas, ni mucho menos comen niños, como cuenta la ignorancia, en algunas partes incluso se cree que su piel y sebo sirven para curar dolencias, son más parientes de los canguros que de los roedores y su existencia es fundamental para el equilibrio ecológico ya que fungen como controladores de plagas, en su cadena alimenticia se encuentran las cucarachas, arañas, alacranes, ratones, serpientes, etcétera, además facilitan la dispersión natural de las semillas.
Tlacuaches como mascotas
Tener un animal silvestre en cautiverio es por completo un acto de crueldad, por más «amor» que se les tenga, en casa no se pueden satisfacer las necesidades propias de su naturaleza poniendo en riesgo su desarrollo físico e, incluso, mental.
Esta primicia me recuerda a la serie The Act ¿La vieron? Narra la trágica vida de Gypsy Blanchard, una niña que tuvo que vivir enclaustrada por su madre, la cual le adjudicó todas las enfermedades habidas y por haber, sometiéndola a operaciones innecesarias, truncando el desarrollo natural de nuestra naturaleza humana y todo porque “la amaba demasiado”, si pueden véanla, esta interesante.
Regresando al punto “no amen demasiado” a la vida silvestre, el verdadero amor permite el desarrollo de la especie y además, cuida el entorno donde habitan, amar es verlos en plenitud. Aplica para humanos también.
“No recomiendo para nada tener un tlacuache como mascota, es decir, si amo a los monos –nos dice mientras señala a los monos araña que juguetean entre las ramas- ¿tú crees que voy a bajar uno para tenerlo porque los amo? ¡No! al contrario, voy a cuidar aquí (su hábitat) para que sigan y se reproduzcan y sean felices, no enjaulándolos ni envolviéndolos con pañales y chambritas, si es adorable tocar uno, siempre y cuando no te lo quedes, se requiere de un proceso evolutivo y de conciencia, haz conciencia ¿lo amas? déjalo, cuando veo gente con demasiado amor por la especie los invito a trabajar conmigo y cuando los vean en libertad cambia todo. Me dicen -es que no puedo creer que se vayan después de que los cuidas- y sí, una vez que prueban la libertad se olvidan de mis horas de desvelo, de las papillas de mamá y es que así es, yo misma como persona lo hice porque es parte de ¿quieres tu felicidad? búscala, tienes que irte de casa”
Tlacuatitlan, nace por puro amor a la especie, el santuario ha salido adelante gracias a Claudia Rodriguez y Eugenia Poblete, quienes dedican su tiempo, esfuerzo y hasta dinero para procurar a estos animalitos, no reciben apoyo de ninguna institución gubernamental; sin embargo, hay ciudadanos que se unen a su causa y realizan donaciones. Si quieres conocer más de estos hermosos marsupiales y te late la idea de realizar alguna donación en especie o económica, dale like a su página de Facebook #TeamTlacuache.