El 22 de abril es el día mundial de nuestro planeta.

Un gran número de asociaciones se dedica a informar sobre los principios de actuación responsable. Nos proporcionan datos y cifras que dirigen nuestra mirada hacia el medio ambiente y sus males más importantes.

En este espacio me alejaré de los inventarios que inevitablemente me instalan en medio de un terrorismo ambiental acusatorio. Este día los llenaré de TIERRA, sí, echaré tierra por arriba y por debajo para germinar esas semillas que traemos en reposo.

¿Quién puede vivir de la Tierra por la Tierra y para la Tierra? Todos los que quieren crear vínculos con ella convirtiéndola en su hogar. ¿Cuánto tiempo vivimos con dependencias emocionales que crean vacíos insaciables? La respuesta está en cada uno. La Tierra recicla nuestra memoria. Tiene el Don de reintegrar a la vida lo que se echa a la basura. Fertiliza nuestras ideas.

La Naturaleza de nuestro Planeta opaca cualquier tipo de vida artificial. El sonido de su medio ambiente tiene instrumentos a los que no les hemos puesto nombre. No es necesario. Su identidad es grupal. La afinación de su orquesta es vitalicia.

Al estar inmerso en la naturaleza se tiene la oportunidad de convertir el ruido interno en un coro de silencio en el que no se necesita tener voz ni voto; la democracia natural estriba en no tener que elegir. El respeto está donde la presencia individual florece. Todos quieren regalar la luna y las estrellas al amor de su vida pero ¿quién querría quedarse sin ellas verdaderamente? Con esto quiero decir que lo más deseado siempre permanece en su lugar y desde ahí ejerce su poder natural creando una simbiosis con el ser humano.

Crear espacios parcialmente sustentables es algo que enriquece desde el comienzo de la partida. Así como el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, la dedicación a la naturaleza ya sea de manera estética o productiva es algo que llena y cautiva cuando estamos listos. Es entonces y no antes, cuando empieza la enseñanza con la sencillez de una gota de agua sobre una hoja. Cuando observas en lugar de ver simplemente, se abre un mundo que no te acabas y se vuelve hacia ti llenándote de paz.

La puerta interior que se abre es tan amplia que nunca alcanzaríamos a tocar el marco de lado a lado.

Cuando experimentas esto ya nada es tarea o trabajo. La satisfacción está en el oficio que es inmune a la destrucción, al olvido, a la desidia; es impostergable.

La tierra de nuestro Planeta espera para echarte la mano.