Mercado negro y caza furtiva tienen al mono araña al borde de la desaparición.

La tala indiscriminada, la cacería furtiva y su “apetecible” carne han ocasionado que esta hermosa especie de primates prácticamente desaparezca de la poca selva que queda en el sureste mexicano.

El mono araña es uno de los mayores representantes de la fauna de los bosques tropicales húmedos del este de México. Este primate ha logrado sobrevivir a las operaciones de explotación maderera y a los desmontes propios de su hábitat, a diferencia del saraguato, por lo que aún se le encuentra en ciertas partes de Veracruz, Oaxaca, Tabasco y Yucatán, zonas habitadas desde hace siglos por poblaciones agrícolas.

También llamado coatá, nombre que reciben los monos del género Ateles, se caracteriza por sus miembros largos y su extraordinaria agilidad. Su cerebro es grande y tiene cierta semejanza con el de los monos superiores del Viejo Mundo. El cuerpo está cubierto por un pelaje gris-amarillento, negro, pardo o castaño, que es más claro en las partes inferiores y los ojos están bordeados por un anillo blanco que les confiere un aspecto característico.

Su adaptación al medio arbóreo es perfecta, sus enormes brazos y piernas les aseguran llegar siempre hasta la rama más alejada y su cola prensil se convierte en una verdadera quinta mano que les permite trasladarse entre las copas de los árboles con gran precisión e inusitada rapidez.
Viven en grupos de mediano tamaño compuestos generalmente por individuos de ambos sexos, aunque podemos encontrar también pequeñas asociaciones de machos de diferentes edades que viven independientes del grupo principal.

Como otros muchos primates, los monos araña no tienen una época de celo propiamente dicha, sino que las cópulas se suceden durante todo el año.

Una bandada normal se compone de 10 a 50 individuos y éstas se agrupan en unidades familiares. Cada bandada tiene un territorio o área de habitación definida, pero hasta ahora los investigadores no han logrado comprobar si realmente los monos defienden su territorio. Lo que se sabe es que los «parientes» viven en armonía.

Al parecer, en los grupos de monos araña, lo mismo que en los de saraguatos, no hay una jerarquía social bien definida; sin embargo, los machos adultos tienden a ser los directores en la mayoría de las actividades. Cuando un grupo de monos se hace demasiado grande, varios se separan y forman una nueva bandada que busca su propia área para establecerse.

Las hembras sólo tienen una cría por cada período de gestación que dura 139 días. Por lo general, durante su infancia los pequeños monos se cuelgan de su madre. Comen frutas, raíces, granos, hojas tiernas, insectos, huevos, y hasta pequeños vertebrados.

Una bandada puede tener el hábito de visitar con cierta regularidad las huertas o milpas, lo que ocasiona daños a las cosechas, razón por la cual a muchos de esos animales se les persigue para dar muerte.

Aunado a eso, la carne del mono araña es muy apetecible para la mayoría de los nativos del sur de México, quienes lo cazan durante todo el año a pesar de que existe una veda del 1 de marzo al 31 de octubre. Debido a la persecución, los monos huyen y se esconden ante el menor indicio de peligro, por lo que cazarlos no es tan fácil. No obstante, no es tanto la cacería como la desaparición del bosque lo que propicia una reducción permanente en el área de distribución y número de monos.

Posible extinción en la zona

La mayoría de las veces los cazadores disparan a la madre para poder apropiarse de la cría, que tiene más valor comercial; sin embargo, es difícil que los muy pequeños logren sobrevivir sin su progenitora, pues mueren de tristeza y por falta de alimento.

El Maestro en Ciencias y estudiante de Doctorado en el Instituto de Neuroetología (estudiar el comportamiento de los animales en su entorno natural), de la Universidad Veracruzana, Gilberto Pozo Montuy destaca que es de vital importancia unir fuerzas para lograr la conservación de los primates silvestres.

Para ello, dijo que existen leyes que prohíben su venta aunque desafortunadamente no se respeten sobre todo en el mercado negro. Una vez que son alejados de sus familias y su hábitat, los alimentan de cosas que nunca encontraría en la selva lo cual trae consecuencias negativas para ellos.

“Pueden contagiarse de enfermedades de humanos y ellos transmiten las suyas a las personas, además de que los privan de su libertad, los pueden atar o enjaular y su destino es la muerte”, añadió el especialista.

Ahora se desconoce de su población total, pero desde hace 45 años a la fecha el 50 por ciento de la población de Monos Araña ha sido arrasada a nivel nacional.